La pandemia ha golpeado el planeta y ha introducido cambios en nuestras vidas. Ya nada es igual. Y, más allá de la catástrofe y el drama, también ha introducido una terminología que se ha hecho común y que antes no habíamos usado. La propia palabra "pandemia" no pertenecía a nuestro vocabulario común antes de 2020. Epidemia quizá sí. Pero no pandemia (que se refiere a la propagación de una enfermedad nueva por numerosos países -la epidemia se limitaría a un país-). Veamos otras nuevas palabras de la pandemia.

El gran protagonista. Un tipo de virus que recibe su nombre de la "corona" que le caracteriza cuando se le observa por el microscopio. El culpable de nuestros males. Venido de un animal desconocido y en cuyo salto al ser humano provoca el desastre.

A la hora de contabilizar las infecciones se han establecido una serie de parámetros que ocupan cada día las informaciones de prensa: "incidencia acumulada" es (simplificando) el número de casos por cada 100.000 habitantes. Dato que con la llegada de Ómicron se ha multiplicado hasta extremos nunca vistos.

En la primera ola de la pandemia, con el número de fallecimientos disparado y sin apenas conocimiento científico sobre la Covid-19, la obsesión era "aplanar la curva", hacer que el número de casos descendiera. Y la única herramienta al alcance de los gobiernos fue encerrarnos en casa para que no contagiáramos ni nos contagiáramos.

Al principio se usó la muy antigua palabra "cuarentena" pero pronto se vio que el encierro iba a durar más de cuarenta días y se impuso el término "confinamiento", mucho más adecuado.

En diciembre de 2021 la Organización Mundial de la Salud decidió admitir como dolencia la llamada "Covid persistente", que son las secuelas que en algunas personas quedan tras haber enfermado de Covid. Sus síntomas son diversos y variables según el individuo: fatiga extrema, niebla mental, dolor muscular, cefaleas...

Cuando las autoridades anunciaron que había que hablar al prójimo a una distancia de metro y medio o dos metros de distancia nos pareció rarísimo. Pero la "distancia social" se asumió en cuanto vimos la gravedad de la pandemia.

Existían, igual que los terraplanistas, pero jamás se les había mencionado tanto ni habían hecho tantísimo ruido. Para esta gente la ciencia no tiene la razón y hay un complot internacional para introducirnos chips a través de las vacunas.

No es que su uso sea habitual pero, sobre todo al comienzo de la pandemia, se recurrió a este término en muchos artículos. Es cuando un virus pasa de animal a ser humano. Se especuló sobre si había sido un murciélago en sopa o un pangolín el origen de esta plaga. Pero nadie lo sabe.

Introducir un fino palo en la nariz se ha convertido en una experiencia ineludible en tiempos de pandemia. Es la famosa PCR (Polimerasa Chain Reaction -reacción en cadena de la polimerasa-), que detecta si estamos infectados.

Como la PCR pero menos certero. Pero con la suficiente fiabilidad. Su llegada a las farmacias abrió la puerta al autodiagnóstico.

De neumonía, claro, habíamos oído hablar. Pero ¿neumonía bilateral? Una de las consecuencias más graves de la Covid-19 y la causa de que llegue a provocar la muerte: la infección en ambos pulmones hace que estos vayan reduciendo su capacidad de funcionamiento.

Otra aterradora característica de la Covid-19: se vio que el virus provocaba un tipo de neumonía que se extendía por los pulmones sin que notásemos dificultades respiratorias. Si no se hacía una placa torácica al paciente, era probable que cuando apreciase la dificultad para respirar ya fuera tarde.

Sobre todo en las primeras versiones de la Covid-19 (luego se ha reinventado hasta llegar, por el momento, a Ómicron) era habitual que el virus provocase una fiebre no muy alta (febrícula) pero persistente durante días y días.

Primero se creyó que la Covid-19 se contagiaba por gotículas, pequeñas gotas de saliva casi invisibles que emitimos por la boda, pero luego se descubrió que se desplaza a través de los aerosoles. O sea, que el virus queda flotando en el aire dispuesto a colarse en nuestro sistema respiratorio.

El lugar donde empezó todo. En las navidades de 2019, según un estudio de Science, se produjo el primer contagio en el mercado de animales vivos de esa ciudad china. Y a partir de ahí el mundo cambió.

ADEMÁS: ¿Quién fue la primera persona en el mundo que se infectó de Covid-19?